Roberto Juarroz



Alguna vez he intentado escribir una poética. Lo he perseguido con nerviosismo y, en la mayoría de los casos, tras su redacción he creído conveniente que duerma el sueño de los justos en algún cajón de mi estudio. Sin embargo, no soy de los que opinan que se trata de un acto fallido o innecesario. Al contrario, me parecen imprescindibles y pertinentes. Nos ayudan a formular las preguntas adecuadas y someter a constante contradicción nuestro propio decir. Lo que ocurre es que, hasta el momento, no he reunido la madurez intelectual suficiente como para clarificarme a mí mismo, tampoco ordenar (si es posible tal orden) mis pensamientos e intuiciones. Menos mal que tenemos a Roberto Juarroz. El poeta argentino es lo más cerca que puedo estar de mi propia poética, la que aún no he sido capaz de redactar. Empiezo a pensar que, en el fondo, no está escrita porque ya fue escrita y porque, quizá, no tenga nada que añadir. Se llama "Poesía y Realidad" y la publicó Pre-textos en 1992. Ojalá algunos de mis versos consigan ser, si quiera, puro palimpsesto. Me gustaría traer a colación algunos fragmentos de este libro que, a día de hoy, siguen siendo una referencia personal:


Aquello que podríamos llamar el principio de realidad no es captable por una sola de las capacidades, facultades o aptitudes del hombre, sino por la conjugación unitaria y unitiva de todas ellas, lo cual es mucho más que su mecánica suma. Creo que ocurre lo mismo con la poesía. Una de las perspectivas más altas del espíritu en la época actual es la recomposición o recuperación de la unidad del hombre a través de la poesía. Bajo ese ángulo, el pensar y el sentir son una sola cosa, como la inteligencia y el amor, la contemplación y la acción. El hombre ha sido tercamente burlado y partido. Su capacidad de imaginar, su poder de visión, su fuerza de contemplación, quedaron en el margen de lo ornamental y lo inútil. La poesía y la filosofía se separaron en algún pasaje catastrófico de la historia no narrable del pensamiento. El destino del poeta moderno es volver a unir el pensar, el sentir, el imaginar, el amar, el crear. Como forma de vida y como vía hacia el poema, que debe plasmar esa unidad.

[...]


Claro que habrá siempre una poesía del hombre dividido (sentimental o social o panfletaria o ideológica, producto del desahogo o la proclama, abusando casi siempre de lo reiterativo, lo discursivo o lo retórico). Pero también habrá siempre una poesía del hombre sin dividir, a mi ver la única que importa, ésta a la que trato de aproximarme con ustedes hoy, la misma que buscábamos algunos hace años cuando bautizamos con el título "Poesía igual poesía" a una revista joven. La poesía que sólo está al servicio de su propia libertad creadora, la que no tiene retorno, la que se convierte en destino.

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La poesía del hombre no dividido, sin embargo, seguirá siendo paradójicamente ruptura, contracorriente, marginalidad, porque no puede en su arrojo esencial dejar de partir o desbaratar los preceptos y las normas estereotipadas del lenguaje y de la comunicación masiva de los hombres divididos. También Unamuno escribió alguna vez: "El mundo espiritual de la poesía es el mundo de la pura heterodoxia, o mejor, de la pura herejía. Todo verdadero poeta es un herético, y el herético es aquel que se atiene a postceptos y no a preceptos, a resultados y no a premisas, a creaciones, a poemas y no a decretos, a dogmas."

[...]


El poeta es un cultivador de grietas.
Fracturar la realidad aparente o esperar que se agriete, para captar lo que está más allá del simulacro. Se está lejos aquí de la belleza cultivada en invernaderos, del deliquio sentimental, de la literatura convertida en juego, refugio hedónico, virtuosismo o impacto. Se está lejos del periodismo disfrazado de actualización de la verdad, de la crítica que pretende someter la creación a un entarimado seudo-científico o a un sistema de moda para sus intérpretes y valores. Y se está lejos también de disciplinas como la filología o la lingüística, que aunque se ocupen con cierta seriedad del lenguaje, no podrán nunca dar cuenta de la poesía, ya que olvidan, entre otras cosas, aquella idea de Emerson mencionada por Borges en una de sus últimas entrevistas, poco tiempo antes de morir: "El lenguaje es poesía fósil". O dicho de otro modo: La poesía es la vida no fosilizada o desfosilizada del lenguaje.


Roberto Juarroz

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